25 de mayo de 2011

ANSIEDAD INFANTIL

ANSIEDAD INFANTIL: MITOS Y CREENCIAS

Los padres tienen diferentes creencias en cuanto a la ansiedad infantil:
“A medida que el niño crece, los miedos desaparecen”. Aunque si que es cierto que conforme los niños van creciendo tienden a superar sus miedos, también hay que afirmar, que hay un porcentaje de ellos que llegan a la adolescencia con algún miedo adquirido en la infancia, como por ejemplo el miedo a la oscuridad. Así, está claro que muchos niños remiten, pero no todos.
“La ansiedad infantil no es un problema de extremada importancia”. Los padres piensan que aunque sus hijos continúen teniendo algún miedo, no tiene nada que ver la ansiedad en adultos a la ansiedad que tienen los niños. Le restan importancia.
“Los miedos siguen una evolución”. Podemos afirmar que esta creencia es en cierta manera verdad, ya que si que es cierto que a medida que el niño va adquiriendo el lenguaje, conocen los rostros y discriminan las caras, es decir, se van dando cuenta de las cosas, empiezan a desarrollar sus miedos, como el miedo a extraños. Este sería un patrón evolutivo normal, pero habría que preguntarse “¿qué pasa con aquellos niños que continúan sintiendo, por ejemplo, el miedo a los extraños?. Como vemos, si se sigue un patrón evolutivo  es lo ideal, pero siempre queda un porcentaje de niños que siguen con sus miedos en la adolescencia e incluso en la etapa adulta, como es el caso   del miedo a la oscuridad.
“Yo conozco mejor a mi hijo que usted”. Es la respuesta que un padre suele dar ante algún “consejo” de un psicólogo. De alguna forma se cuestiona el papel del psicólogo y su trabajo, pero hay que reflexionar sobre el hecho de que en cada profesión enseñan como hay que ejercer, y por lo tanto el psicólogo está preparado para desempeñar , no el papel de los padres, pero si sus funciones pertinentes dentro de la psicología.

En resumen se puede decir que algunos niños llegan a la adolescencia con algún miedo desarrollado en la etapa infantil, pero que muchos de ellos siguen un patrón evolutivo normal. Aunque los miedos desaparezcan, se harían más llevaderos si le ayudáramos en este proceso.

Verónica Monsonís Far
Psicóloga
Nº col. CV08093
Tel.: 639.647.656



23 de mayo de 2011

LA MEMORIA


Nuestra memoria tiende a alterarse si no se utiliza. Los trastornos de la memoria son corrientes a partir de una cierta edad, especialmente, cuando la memoria deja de ejercitarse regularmente, como es el caso de algunas personas jubiladas a una edad todavía joven, abandonan una gran parte de las actividades profesionales relacionadas con la memoria y ésta va alterándose según avanza la edad.
Por otra parte, algunos procesos patológicos como el inicio de demencia senil o trastornos depresivos en personas de edad avanzada, pueden afectar de forma sustancial a la memoria, dando lugar a una pérdida considerable de la misma. Así pues, ante deterioros correlacionados con la edad o en fases precoces de demencia, es el momento más adecuado de comenzar la prevención, y sobre todo la estimulación o rehabilitación de la misma.
Hasta ahora hemos utilizado el término ”memoria”, pero ¿sabemos realmente qué es y cómo funciona? Desde la Psicología Cognitiva, la memoria no es solo un almacén de datos que sirve para reconocer y recordar percepciones, emociones personales y hechos pasados, sino que también es el mecanismo cognitivo que permite la construcción de significados, resolución de problemas y toma de decisiones. Sin la memoria, no seríamos capaces de ver, oír, pensar, ni tendríamos identidad propia.
Existen muchas teorías sobre los tipos de memoria, pero el modelo de memoria que más influencia ha tenido en los últimos años es el propuesto por Atkinson y Shiffrin, y desde el que se defiende que existen tres tipos de memoria: memoria sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. En primer lugar, la información atraviesa nuestros sentidos (ojos, oídos, nariz...) para llegar a la memoria sensorial. En menos de un segundo esta información o bien desaparece, o bien pasa a la memoria a corto plazo, donde puede permanecer alrededor de unos 20 segundos, a menos que la información se repita mentalmente. Si no desaparece en esta etapa, se dirigirá a la memoria a largo plazo, donde la información se mantendría de forma más duradera. Este gran almacén contendría todo nuestro conocimiento sobre el mundo, sobre nuestras propias experiencias y sobre los procedimientos necesarios para realizar muchas tareas.
Como vemos, la memoria es un concepto muy amplio y complejo que es necesario entender para poder prevenir o simplemente mantener nuestras funciones cognitivas en un nivel de funcionamiento óptimo.

Verónica Monsonís Far. Psicóloga
Tel. 639 647 656
Avda. Ramón Ortega, 5 - Local 2B - 03700 Dénia.