Llega el verano y con él, el momento de plantearnos posibles cambios en nuestra vida. Es la época idónea para hacer balance e intentar modificar aquéllos aspectos con los que no estamos satisfechos, y que hacen que no tengamos una vida plena y placentera. Al igual que en Navidad, el verano es una época de corte en la que mucha gente recapacita y decide empezar de nuevo, con nuevas metas y objetivos.
A principios de año nos llenábamos de propósitos positivos, pues utilizábamos el comienzo de año como punto de partida hacia una vida mejor, y para ello nos planteábamos una serie de objetivos como: dejar de fumar, perder peso, hacer ejercicio, llevar una dieta más sana, estudiar más, buscar pareja, ascender laboralmente,... Llegados a este punto, debemos analizar los pros y los contras de las cosas de nuestra vida con las que no estamos satisfechos y evaluar hasta qué punto estamos o no contentos con lo que hemos logrado hasta el momento. Solemos dejarnos llevar por las obligaciones y la comodidad del día a día, cayendo en la más absoluta rutina monótona y poco motivadora. Es recomendable aprovechar el verano para introducir nuevas actividades en nuestra rutina diaria que aporten aire fresco a nuestro día a día; aprovecha las horas de luz solar exta que tenemos durante esta época del año, el cambio de horario de tu trabajo o tus vacaciones para dedicarte a realizar aquello que te gusta.
Todo ello te ayudará a reevaluar los objetivos que te planteaste a principios de año, y ver con claridad qué cosas te gustaría cambiar e introducir en los próximos meses.
Ten en cuenta que cualquier cambio provoca siempre incertidumbre ante lo desconocido, ya que no sabemos lo que nos deparará y cuáles serán las consecuencias que obtengamos. Además, cuesta mucho trabajo y esfuerzo llevarlo a cabo: se necesita tenacidad y decisión y estos factores son los que, a menudo, nos incapacitan para conseguir lo que queremos. Seguro que nos hemos fijado alguna vez en el empresario que ha cerrado su empresa y se ha embarcado en otro negocio totalmente distinto como puede ser un restaurante. Puede que admiremos su decisión de arriesgarse y atreverse con algo nuevo y diferente, pero ¿seríamos capaces de hacerlo nosotros? ... ¿Y por qué no? Sin duda: por "miedo".
Tener confianza en uno mismo es fundamental para conseguir un cambio en nuestras vidas. Muchas veces, la opinión de los demás también nos predispone a tomar decisiones; nuestra familia y amigos pueden hacernos cambiar de pensar; siempre está bien escuchar lo que piensan, pero ten en cuenta que, la opinión de los demás es sólo una opinión, ni buena ni mala.
Lo importante es que te marques objetivos concretos que se ajusten a la realidad. Cualquier cambio es difícil, pero con esfuerzo y motivación puede llevarse a cabo.
Si piensas que el trabajo que tienes no te gusta; que te gustaría estudiar una carrera diferente; que quieres aumentar tu formación con cursos o algún master; o que simplemente necesitas compartir más tiempo con tus amig@s… aún estás a tiempo. Ahora es el momento de pararte a pensar y decidir como cambiar o reorganizar tu vida. Nuestra motivación, voluntad y ganas de trabajar para conseguir nuestras metas juegan un papel fundamental para que lleguemos al final del año y hayamos cumplido con éxito todos nuestros propósitos.
Verónica Monsonís Far
Psicóloga
Master en Psicología Clínica.
Nº col. CV08093
Tel.: 639.647.656
28 de junio de 2011
17 de junio de 2011
NIÑOS TIMIDOS Y MIEDOSOS
Hay muchos niños miedosos y tímidos, a los que les cuesta relacionarse y a los que les cuesta muchísimo separarse de sus padres. No se sienten relajados fuera de su entorno familiar y parecen no disfrutar, como lo hacen sus compañeros de las actividades de ocio.
Los padres comentan que en casa “no paran” o que son muy "habladores" y alegres, aunque también un poco cabezones o que buscan como hacer para salirse con la suya. En clase nunca acaban comportándose ni mostrándose como en el hogar, y esto es algo que a los padres les choca, pues no entienden como su hijo puede actuar de una forma tan diferente en un contexto u otro.
Sin embargo podemos observar una falta de control emocional que les lleva a la timidez y a retraerse en el grupo de iguales o, por otro lado, a la explosión emocional o a querer acaparar la atención en contextos más familiares.
Se han visto muchos casos de niños tímidos, miedosos y retraídos, con poca habilidad en sus movimientos y agilidad. Estos niños "tímidos" por su carácter y "precavidos" tienen problemas emocionales y en su desarrollo motor. Pero tras todo esto hay algo en común: el miedo.
Es este miedo es el que les impide relacionarse o mover su cuerpo en el espacio con total seguridad y habilidad, frena su desarrollo y limita sus experiencias.
Pero… ¿Podemos modificar este “carácter”?, ¿Dónde encontramos el "equilibrio" que todos queremos para nuestros hijos?
Nuestro cerebro es quien regula y controla nuestras emociones, quien interpreta el mundo que nos rodea. El que da sentido a todos los estímulos que nos llegan y nos hace actuar en consonancia con los mismos.
Si el sistema nervioso no interpreta bien este entorno, las respuestas del niño no serán las adecuadas, manifestando su miedo a moverse, lo cual le llevará a tener limitaciones en experiencias motrices necesarias para un desarrollo adecuado. Si el niño no se mueve correctamente en el mundo que le rodea, si no se siente hábil, si le falta confianza en su propio cuerpo, entonces muy probablemente esta confianza igualmente esté ausente en su relación con los demás y con todo lo que ocurra a su alrededor. Situaciones muy comunes pueden interpretarse como una amenaza o simplemente difíciles.
Importante es tener en cuenta que hay que dejar de decir que son "tímidos" o "torpes", son "miedosos" o "tercos"…, pero sobre todo no lo digamos delante de ellos pues terminaremos convenciéndoles de que lo son. El niño crea el concepto de sí mismo que le transmitimos los demás. Por eso es fundamental que le trasmitamos seguridad para tener confianza en sí mismo y en lo que hace; debemos dejarle moverse y animarle a hacerlo, siempre respetando sus miedos, acercándonos a nuevas experiencias con seguridad y a su ritmo, sin prisas, con paciencia y con confianza en que el niño lo logrará.
Le ayudaremos así a que conozca sus limitaciones y capacidades, enriquecerá su desarrollo motriz, le hará más confiado en sí mismo y como consecuencia, vivirá más confiado en cualquiera de las situaciones que se le planteen.
En definitiva... el niño será más feliz.
Verónica Monsonís Far .Psicóloga CV08093
Tel.639 647 656 emòtica, espai de benestar
Av. Ramón Ortega, 5 - Local 2ºB – 03700 Dénia
hola@emoticadenia.com
www.pudiendoestarbien.blogspot.com
Los padres comentan que en casa “no paran” o que son muy "habladores" y alegres, aunque también un poco cabezones o que buscan como hacer para salirse con la suya. En clase nunca acaban comportándose ni mostrándose como en el hogar, y esto es algo que a los padres les choca, pues no entienden como su hijo puede actuar de una forma tan diferente en un contexto u otro.
Sin embargo podemos observar una falta de control emocional que les lleva a la timidez y a retraerse en el grupo de iguales o, por otro lado, a la explosión emocional o a querer acaparar la atención en contextos más familiares.
Se han visto muchos casos de niños tímidos, miedosos y retraídos, con poca habilidad en sus movimientos y agilidad. Estos niños "tímidos" por su carácter y "precavidos" tienen problemas emocionales y en su desarrollo motor. Pero tras todo esto hay algo en común: el miedo.
Es este miedo es el que les impide relacionarse o mover su cuerpo en el espacio con total seguridad y habilidad, frena su desarrollo y limita sus experiencias.
Pero… ¿Podemos modificar este “carácter”?, ¿Dónde encontramos el "equilibrio" que todos queremos para nuestros hijos?
Nuestro cerebro es quien regula y controla nuestras emociones, quien interpreta el mundo que nos rodea. El que da sentido a todos los estímulos que nos llegan y nos hace actuar en consonancia con los mismos.
Si el sistema nervioso no interpreta bien este entorno, las respuestas del niño no serán las adecuadas, manifestando su miedo a moverse, lo cual le llevará a tener limitaciones en experiencias motrices necesarias para un desarrollo adecuado. Si el niño no se mueve correctamente en el mundo que le rodea, si no se siente hábil, si le falta confianza en su propio cuerpo, entonces muy probablemente esta confianza igualmente esté ausente en su relación con los demás y con todo lo que ocurra a su alrededor. Situaciones muy comunes pueden interpretarse como una amenaza o simplemente difíciles.
Importante es tener en cuenta que hay que dejar de decir que son "tímidos" o "torpes", son "miedosos" o "tercos"…, pero sobre todo no lo digamos delante de ellos pues terminaremos convenciéndoles de que lo son. El niño crea el concepto de sí mismo que le transmitimos los demás. Por eso es fundamental que le trasmitamos seguridad para tener confianza en sí mismo y en lo que hace; debemos dejarle moverse y animarle a hacerlo, siempre respetando sus miedos, acercándonos a nuevas experiencias con seguridad y a su ritmo, sin prisas, con paciencia y con confianza en que el niño lo logrará.
Le ayudaremos así a que conozca sus limitaciones y capacidades, enriquecerá su desarrollo motriz, le hará más confiado en sí mismo y como consecuencia, vivirá más confiado en cualquiera de las situaciones que se le planteen.
En definitiva... el niño será más feliz.
Verónica Monsonís Far .Psicóloga CV08093
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15 de junio de 2011
13 de junio de 2011
9 de junio de 2011
8 de junio de 2011
EL ESTUDIO
EL ESTUDIO: ¿Responsabilidad sólo de los niños?
En Septiembre empezamos el curso académico con las mejores intenciones para estudiar, pero si a estas alturas hacemos un balance mirando atrás, nos daremos cuenta de que todo aquello que nos habíamos propuesto en un principio, no se ha cumplido, y que nos hemos pasado el curso escolar dejando los trabajos, los deberes o el estudio, siempre para el último minuto. Posiblemente, las cosas salgan bien, pero a muchos estudiantes no les basta con hacer los deberes u ojear la lección para aprobar; sino que les hace falta un trabajo más constante y rutinario para poder sacarse el fin de curso con éxito. Para el estudiante siempre hay una causa externa a él mismo por la cual los estudios no salen adelante. Seguro que podemos escuchar al adolescente diciendo: ¡Yo es que no valgo para estudiar! ¡No me da tiempo! ¡A mí nunca me han gustado las letras!... o ¡Me he quedado en blanco en el examen, cuando llevo dos días intensivos de estudios y ahora no me acuerdo de nada!
Por otro lado, hay niños que se ponen con toda su voluntad a las seis de la tarde y cuando se dan cuentan solo han hecho un ejercicio, y a las nueve de la noche cuando su madre les llama para cenar ven que se han pasado toda la tarde sin enterarse y todos los deberes por acabar.
También podemos escuchar a algunos padres quejándose porque su hijo no es capaz de sentarse a trabajar y se pasa la tarde de cara al televisor o en el ordenador; o simplemente porque no es capaz de estar sentado haciendo sus deberes solo y requiere la atención de los padres en todo momento.
Seguro que muchos de vosotros en las tertulias de los colegios habéis oído a algún padre protestar porque en el colegio, a su hijo no le enseñan a estudiar y es por ello que no puede sacarse con éxito las asignaturas. Si bien es cierto que los profesores son los principales trasmisores de cómo deben de realizar el trabajo sus estudiantes, también es cierto que sin que los padres continúen la labor que los maestros hacen en sus aulas, es muy difícil que los niños puedan coger la rutina de estudio necesaria. Todos conocemos o al menos hemos oído hablar de las técnicas de estudio: cómo debemos estar sentados ante la mesa para estudiar (con la espalda recta en la silla, pies en el suelo, cómodos), con la luz, temperatura y ruido adecuados, controlando el tiempo de estudio, conociendo la manera de realizar resúmenes y esquemas, etc. Pero, aún sabiendo las pautas a seguir, son pocos los que las ponen en práctica.
Desde muy pequeños debemos inculcarles la disciplina en el estudio. En los cursos de primaria, pueden ir más o menos bien, pero luego en Secundaria, la gran mayoría pincha, pues son muchos los que empiezan a sufrir y luchar por intentar sacarse los estudios de cualquier manera, cuando esto se debe aprender y educar desde el inicio escolar, y además desde CASA, con el apoyo y la guía de la familia.
Las técnicas de estudio, pues, son fundamentales para los padres y para los niños; éstos deben aplicarlas con ayuda de sus progenitores o de las personas que están a su cuidado. Por ello, en la actualidad se crean cursos o talleres de corta duración dirigidos tanto a padres como a hijos con la finalidad de enseñar las herramientas básicas y necesarias para obtener un rendimiento adecuado en el estudio. ¡Infórmate sin compromiso!
Verónica Monsonís Far. Psicóloga
Tel. 639 647 656 emòtica, espai de benestar
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En Septiembre empezamos el curso académico con las mejores intenciones para estudiar, pero si a estas alturas hacemos un balance mirando atrás, nos daremos cuenta de que todo aquello que nos habíamos propuesto en un principio, no se ha cumplido, y que nos hemos pasado el curso escolar dejando los trabajos, los deberes o el estudio, siempre para el último minuto. Posiblemente, las cosas salgan bien, pero a muchos estudiantes no les basta con hacer los deberes u ojear la lección para aprobar; sino que les hace falta un trabajo más constante y rutinario para poder sacarse el fin de curso con éxito. Para el estudiante siempre hay una causa externa a él mismo por la cual los estudios no salen adelante. Seguro que podemos escuchar al adolescente diciendo: ¡Yo es que no valgo para estudiar! ¡No me da tiempo! ¡A mí nunca me han gustado las letras!... o ¡Me he quedado en blanco en el examen, cuando llevo dos días intensivos de estudios y ahora no me acuerdo de nada!
Por otro lado, hay niños que se ponen con toda su voluntad a las seis de la tarde y cuando se dan cuentan solo han hecho un ejercicio, y a las nueve de la noche cuando su madre les llama para cenar ven que se han pasado toda la tarde sin enterarse y todos los deberes por acabar.
También podemos escuchar a algunos padres quejándose porque su hijo no es capaz de sentarse a trabajar y se pasa la tarde de cara al televisor o en el ordenador; o simplemente porque no es capaz de estar sentado haciendo sus deberes solo y requiere la atención de los padres en todo momento.
Seguro que muchos de vosotros en las tertulias de los colegios habéis oído a algún padre protestar porque en el colegio, a su hijo no le enseñan a estudiar y es por ello que no puede sacarse con éxito las asignaturas. Si bien es cierto que los profesores son los principales trasmisores de cómo deben de realizar el trabajo sus estudiantes, también es cierto que sin que los padres continúen la labor que los maestros hacen en sus aulas, es muy difícil que los niños puedan coger la rutina de estudio necesaria. Todos conocemos o al menos hemos oído hablar de las técnicas de estudio: cómo debemos estar sentados ante la mesa para estudiar (con la espalda recta en la silla, pies en el suelo, cómodos), con la luz, temperatura y ruido adecuados, controlando el tiempo de estudio, conociendo la manera de realizar resúmenes y esquemas, etc. Pero, aún sabiendo las pautas a seguir, son pocos los que las ponen en práctica.
Desde muy pequeños debemos inculcarles la disciplina en el estudio. En los cursos de primaria, pueden ir más o menos bien, pero luego en Secundaria, la gran mayoría pincha, pues son muchos los que empiezan a sufrir y luchar por intentar sacarse los estudios de cualquier manera, cuando esto se debe aprender y educar desde el inicio escolar, y además desde CASA, con el apoyo y la guía de la familia.
Las técnicas de estudio, pues, son fundamentales para los padres y para los niños; éstos deben aplicarlas con ayuda de sus progenitores o de las personas que están a su cuidado. Por ello, en la actualidad se crean cursos o talleres de corta duración dirigidos tanto a padres como a hijos con la finalidad de enseñar las herramientas básicas y necesarias para obtener un rendimiento adecuado en el estudio. ¡Infórmate sin compromiso!
Verónica Monsonís Far. Psicóloga
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2 de junio de 2011
ENTRENAMIENTO COGNITIVO
¿Dónde están mis gafas?, ¿cerré la puerta con llave?, ¿qué iba a hacer yo ahora? Los olvidos cotidianos son difíciles de evitar, pero ¿se puede mantener la memoria en estado óptimo durante toda la vida? Sí, podemos entrenar la mente para conservarla en forma. A partir de los 50 años tiene lugar un leve deterioro de la memoria y otras funciones cognitivas como el lenguaje, el sentido de la orientación y la función ejecutiva, que permite planificar el día y tomar decisiones elementales. Esta disfunción cognitiva mínima, se considera normal. No obstante, el deterioro es significativo cuando comienza a afectar la vida cotidiana, pues una cosa es no encontrar las gafas y otra no saber para qué sirven. Las enfermedades degenerativas como el Alzheimer, los procesos de deterioro vascular o los traumatismos de cráneo pueden causar este problema.
Cabe tener en cuenta que los trastornos de la memoria y cognitivos también pueden acompañar a la depresión, a los trastornos de ansiedad, al déficit de atención e hiperactividad del adulto o pueden aparecer como efectos adversos de ciertas drogas. No obstante, en los adultos mayores el dejar de trabajar, aislarse o carecer de motivaciones, pueden ser más la causa de la pérdida de memoria que al envejecimiento en sí mismo.
Así, al igual que los músculos, las habilidades cognitivas pueden ejercitarse para evitar el normal deterioro asociado al paso de los años. A continuación se muestran algunos consejos para ejercitar las habilidades cognitivas (La Nación, 2006):
• A partir de los 50 años, controla periódicamente tus habilidades mentales realizando una evaluación sistemática de éstas.
• Lleva un estilo de vida sano, evitando el alcohol y el tabaco.
• Realiza ejercicio físico periódicamente.
• Trata de evitar situaciones de estrés emocional y permítete disfrutar de actividades recreativas.
• Mantén una amplia gama de intereses y hobbies.
• Intenta mantener una vida socialmente activa.
• Intercambia momentos y opiniones con personas de menor edad.
• Realiza periódicamente ejercicios para mantener tu mente activa.
La estimulación cognitiva puede retrasar la aparición de los trastornos de memoria y de las funciones intelectuales en personas sanas. Hoy existen programas de entrenamiento cognitivo, ya sea mediante ejercicios individuales o talleres grupales, que permiten mantener la mente en forma. (¡Infórmate!).
Emòtica, espai de benestar
Verónica Monsonís Far – Psicóloga CV08093
Avda. Ramón Ortega, 5 – Local 2B
03700 Dénia Tel. 639.647.656
www.pudiendoestarbien.blogspot.com
veroemotica@hotmail.com
Cabe tener en cuenta que los trastornos de la memoria y cognitivos también pueden acompañar a la depresión, a los trastornos de ansiedad, al déficit de atención e hiperactividad del adulto o pueden aparecer como efectos adversos de ciertas drogas. No obstante, en los adultos mayores el dejar de trabajar, aislarse o carecer de motivaciones, pueden ser más la causa de la pérdida de memoria que al envejecimiento en sí mismo.
Así, al igual que los músculos, las habilidades cognitivas pueden ejercitarse para evitar el normal deterioro asociado al paso de los años. A continuación se muestran algunos consejos para ejercitar las habilidades cognitivas (La Nación, 2006):
• A partir de los 50 años, controla periódicamente tus habilidades mentales realizando una evaluación sistemática de éstas.
• Lleva un estilo de vida sano, evitando el alcohol y el tabaco.
• Realiza ejercicio físico periódicamente.
• Trata de evitar situaciones de estrés emocional y permítete disfrutar de actividades recreativas.
• Mantén una amplia gama de intereses y hobbies.
• Intenta mantener una vida socialmente activa.
• Intercambia momentos y opiniones con personas de menor edad.
• Realiza periódicamente ejercicios para mantener tu mente activa.
La estimulación cognitiva puede retrasar la aparición de los trastornos de memoria y de las funciones intelectuales en personas sanas. Hoy existen programas de entrenamiento cognitivo, ya sea mediante ejercicios individuales o talleres grupales, que permiten mantener la mente en forma. (¡Infórmate!).
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EL OLVIDO
El olvido consiste en la imposibilidad de reproducir datos que anteriormente fueron incluidos en la memoria, a pesar de nuestro esfuerzo para recordarlos. Según la curva del olvido, se olvida con mayor rapidez tras aprender, y luego el olvido baja paulatinamente porque la velocidad a la que olvidamos desciende con el tiempo; de ahí la oportunidad de repasar aquello que hemos aprendido (un tema de un libro, números de teléfono, etc.) para reforzar las huellas de la memoria e impedir que la curva del olvido decrezca.
¿Por qué olvidamos? Entre las diferentes causas del olvido, cabe destacar las siguientes:
- Aquéllos contenidos que no se aprendieron bien y que se guardaron mecánicamente, es decir, sin entenderlos, padecen el efecto del olvido más que los que se comprendieron más fácilmente.
- El paso del tiempo actúa sobre la información que retenemos en la memoria de la misma manera que las olas del mar borran las huellas que dejamos al caminar sobre la arena. Si no se remarcan se van borrando hasta desaparecer.
- Para consolidar la información en la Memoria a Largo Plazo, hacen falta, al menos, 15 minutos. Si tras aprender algo, se emprende otra cosa, la información que memorizamos en segundo lugar, interfiere con lo que aprendemos primero. Así pues, pocos minutos de inactividad harán más fácil la retención de lo aprendido en primer lugar. Además, cuanto más parecida sea la información que queremos retener, más interferencia habrá para memorizarla. Así si queremos aprender dos números de teléfono, por ejemplo, se producirán más interferencias que si aprendemos un solo número y después una receta de cocina. Las interferencias son más grandes en los primeros momentos de memorizar la información. Lo aprendido de forma mecánica, los datos sueltos y sin sentido sufren más los efectos de interferencia. A la información con sentido, estructurada, bien asimilada y entendida le influye poco la interferencia. Durante el sueño, la interferencia prácticamente es nula, por ello, lo memorizado antes de dormir se mantiene mejor, ya que pasa a la Memoria a Largo Plazo sin obstáculos que se lo impidan.
- El desinterés también produce el olvido. Recordamos aquella información que es de nuestro interés o nos es útil y a dejar en el olvido aquéllas que no captan nuestro interés.
El olvido, a pesar de lo que pueda parecer, es necesario para nuestra mente y contribuye a su correcto funcionamiento. La memoria retiene la información que le interesa, por unas u otras causas, y con el paso del tiempo elimina el resto. Esta parte selectiva de la memoria se muestra diariamente en el olvido de información sin interés y de detalles aislados y sin sentido.
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- Aquéllos contenidos que no se aprendieron bien y que se guardaron mecánicamente, es decir, sin entenderlos, padecen el efecto del olvido más que los que se comprendieron más fácilmente.
- El paso del tiempo actúa sobre la información que retenemos en la memoria de la misma manera que las olas del mar borran las huellas que dejamos al caminar sobre la arena. Si no se remarcan se van borrando hasta desaparecer.
- Para consolidar la información en la Memoria a Largo Plazo, hacen falta, al menos, 15 minutos. Si tras aprender algo, se emprende otra cosa, la información que memorizamos en segundo lugar, interfiere con lo que aprendemos primero. Así pues, pocos minutos de inactividad harán más fácil la retención de lo aprendido en primer lugar. Además, cuanto más parecida sea la información que queremos retener, más interferencia habrá para memorizarla. Así si queremos aprender dos números de teléfono, por ejemplo, se producirán más interferencias que si aprendemos un solo número y después una receta de cocina. Las interferencias son más grandes en los primeros momentos de memorizar la información. Lo aprendido de forma mecánica, los datos sueltos y sin sentido sufren más los efectos de interferencia. A la información con sentido, estructurada, bien asimilada y entendida le influye poco la interferencia. Durante el sueño, la interferencia prácticamente es nula, por ello, lo memorizado antes de dormir se mantiene mejor, ya que pasa a la Memoria a Largo Plazo sin obstáculos que se lo impidan.
- El desinterés también produce el olvido. Recordamos aquella información que es de nuestro interés o nos es útil y a dejar en el olvido aquéllas que no captan nuestro interés.
El olvido, a pesar de lo que pueda parecer, es necesario para nuestra mente y contribuye a su correcto funcionamiento. La memoria retiene la información que le interesa, por unas u otras causas, y con el paso del tiempo elimina el resto. Esta parte selectiva de la memoria se muestra diariamente en el olvido de información sin interés y de detalles aislados y sin sentido.
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MEMORIA Y ENVEJECIMIENTO
En la actualidad se afirma que con la edad hay una disminución de la habilidad para realizar tareas que dependen del aprendizaje y la memoria. Concretamente, es a los 50 años, cuando se observa en la mayoría de la población un declinar de las funciones intelectuales, aunque no en todas las áreas como veremos a continuación. Hay un deterioro en la búsqueda de soluciones nuevas y complejas (inteligencia fluida), mientras se mantienen los elementos que provienen del aprendizaje y la cultura (inteligencia cristalizada). Existen otros factores como el nivel de educación recibido, la actividad laboral desarrollada a lo largo de la vida, etc., los cuales pueden tener mayor importancia incluso, que el propio acontecer biológico.
Siguiendo el modelo de Atkinson y Shiffrin, que proponíamos en el artículo anterior, podemos señalar los diferentes cambios producidos en los distintos almacenes de memoria, como consecuencia de la edad.
Memoria sensorial. Si bien, con la edad comienzan a manifestarse déficits en los órganos sensoriales, especialmente en la vista y oído, y por lo tanto también en la percepción, no se han observado tales pérdidas en la memoria sensorial.
Memoria a Corto Plazo. Las personas de mayor edad presentan problemas en esta fase cuando se trata de atender a varios estímulos que se producen de forma simultánea. Igualmente presentan peores resultados cuando se necesita rapidez en tareas de recuerdo y cuando se les proporciona la información de manera rápida para que traten de retenerla.
Memoria a Largo plazo. No existen diferencias entre personas mayores con grupos de edad más jóvenes, cuando se trata de recordar información de hechos que sucedieron hace mucho tiempo. Sin embargo, las personas de más edad presentan mayores problemas en el recuerdo de la información reciente, en el reconocimiento de caras, citas, nombres, etc.
Algunos factores que pueden tener repercusión en el funcionamiento de la memoria de las personas mayores son: depresión, ansiedad, estrés, aislamiento, falta de confianza en sí mismo, uso de psicofármacos, alcohol, tabaquismo o drogas. Así, a través de los programas de entrenamiento cognitivo se pretende reactivar y mantener la memoria. Hay que destacar que las funciones cognitivas que llegada cierta edad han desaparecido, no pueden volverse a recuperar, pero si se pueden preservar las que todavía existen.
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Siguiendo el modelo de Atkinson y Shiffrin, que proponíamos en el artículo anterior, podemos señalar los diferentes cambios producidos en los distintos almacenes de memoria, como consecuencia de la edad.
Memoria sensorial. Si bien, con la edad comienzan a manifestarse déficits en los órganos sensoriales, especialmente en la vista y oído, y por lo tanto también en la percepción, no se han observado tales pérdidas en la memoria sensorial.
Memoria a Corto Plazo. Las personas de mayor edad presentan problemas en esta fase cuando se trata de atender a varios estímulos que se producen de forma simultánea. Igualmente presentan peores resultados cuando se necesita rapidez en tareas de recuerdo y cuando se les proporciona la información de manera rápida para que traten de retenerla.
Memoria a Largo plazo. No existen diferencias entre personas mayores con grupos de edad más jóvenes, cuando se trata de recordar información de hechos que sucedieron hace mucho tiempo. Sin embargo, las personas de más edad presentan mayores problemas en el recuerdo de la información reciente, en el reconocimiento de caras, citas, nombres, etc.
Algunos factores que pueden tener repercusión en el funcionamiento de la memoria de las personas mayores son: depresión, ansiedad, estrés, aislamiento, falta de confianza en sí mismo, uso de psicofármacos, alcohol, tabaquismo o drogas. Así, a través de los programas de entrenamiento cognitivo se pretende reactivar y mantener la memoria. Hay que destacar que las funciones cognitivas que llegada cierta edad han desaparecido, no pueden volverse a recuperar, pero si se pueden preservar las que todavía existen.
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